sábado, 22 de enero de 2011

Los sabores de la vida

Desde comienzos de nuestra vida y sin darnos apenas cuenta, hemos sentido preferencia por los sabores dulces ante lo salado. Siempre nos hemos ilusionado ante la recompensa de una piruleta u otra golosina al realizar correctamente un ejercicio asignado por la profe, por un buen comportamiento... situaciones y más situaciones que hacen de nuestra primera infancia una etapa dulce.
Cuando me refiero a primera infancia, muchos pensaréis que indudablemente esa inclinación no corresponde solamente a ella sino a todas y cada una de las etapas por las que pasamos , la adolescencia, la madurez, la vejez...ya que esa tendencia a los sabores dulces, permanece innata en nuestro sistema, aunque hago incapié sobre ella ,porque sin darnos cuenta es un periodo de alta sensibilidad, la cuál todos los padres relacionan el alimentar con el crecimiento y el ideal de que mientras más alimentos ingieran sus hijos más crecerán. Sin embargo, infinidad de estudios realizados en investigaciones muestran que el tramo de infantil a la adolescencia cada vez presentan más problemas de obesidad en edades muy precoces.
Como causa, diagnostican el abuso de bollería industrial, unido a las golosinas que consumen los niños de forma cada vez más frecuente y peor aún, todo este consumo debido a la falta de tiempo por motivos de trabajo en muchas de las ocasiones.
A mi modo de ver, no deberíamos de dejar de inculcar nunca a nuestros progenitores las comidas tradicionales que pertenecen a nuestra cultura y no atentar radicalmente con la negación a comer golosinas sino administrarlas e ingerirlas en proporciones coherentes, no como uso habitual.

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